“Las cosas se consiguen con esfuerzo”. Es una afirmación que de entrada, puede resultar dura, incluso desmotivante. ¿Cuánto me va a costar conseguir mis objetivos? El problema no lo plantea la pregunta, sino el que transformemos la pregunta en una exclamación: ¡Cuanto me va a costar conseguir mis objetivos! Y con esto, lo peor es que nos quedamos sin saber la respuesta. ¿Cuánto cuesta?
Pues es verdad, mucho esfuerzo. Pero, ¿es el esfuerzo un gasto? ¿Me resta algo? El esfuerzo en sí no cuesta dinero, y si bien es posible que me aleje de ciertas cosas, también me aproxima a otras: amistades, conocimientos, habilidades, experiencias,… Podemos decir que es solo cuestión de valorar unas frente a otras, tanto en calidad como en cantidad, para empezar a decidir si nos merece la pena. Pero lo que sí que cuesta es tiempo.
Ahora bien, ¿en qué lo ibas a invertir si no? Esa es la palabra clave: invertir. Si consideras que no te merece la pena invertir tanto tiempo en algo será porque lo pretendías invertir en algo más productivo, ¿no? ¿No será que prefieres gastarlo (más bien malgastarlo) a invertirlo en algo que te aporte un bienestar mayor, más duradero y más profundo?
“Hay tiempo para todo”. Efectivamente, y como con el dinero, cuanto más se piensa que se tiene, más dispuesto se está a malgastarlo. El problema es que el tiempo no se puede acumular en un banco. El tiempo y el dinero se pueden malgastar, invertir o disfrutar. Tampoco se trata de invertir por invertir. Hablando de algo que no se puede acumular, eso es lo mismo que malgastarlo. Se trata de invertir para poder disfrutar, y disfrutar haciendo disfrutar, para aumentar el bienestar propio y el de los demás.
¿Cuánto dura el bienestar de quedarse 5 minutos más en la cama? Como mucho 4 minutos, sin contar el sufrimiento y la ansiedad posteriores de ver que vas a llegar tarde. ¿Cuanto dura el bienestar de ganar haciendo uso de métodos poco honestos? ¿Cuánto bienestar nos resta en los momentos anteriores y posteriores a producirse la victoria? Con ello, ¿de que lado se inclina la balanza durante más tiempo, del de la tranquilidad, el orgullo y la satisfacción personales, la alegría y el descanso, o del de la ansiedad, el disgusto, el rechazo, el enfado, la incomodidad o la culpa? ¿En qué se mide la calidad de la inversión? ¿Cuanto “dinero” produce el “dinero” invertido? ¿Cuánto tiempo de disfrute, tuyo y de los que te importan? ¿Cuánto bienestar produce tu tiempo? ¿Cuánto bienestar dificulta?
Además de gastar o invertir, el dinero se puede guardar, pero el tiempo no. Por eso, lo bueno de invertir mucho tiempo en algo, es que dejas de gastar (malgastar) todo ese tiempo. Elige un buen negocio donde invertir, uno que produzca mucho bienestar, que dé una alta rentabilidad, que multiplique tu inversión. No te conformes con rentabilidades bajas, y huye de las rentabilidades negativas, de las del tipo 4 minutos de supuesto bienestar por 5 invertidos, más 30 de prisas y agobios. ¡Te está costando “dinero”!
Es cierto, hay que realizar la inversión, hay que vencer la resistencia a desprenderse de ese tiempo de “bienestar”, de esos 4 minutos más en la cama, o los 60 tirado en el sofá, y destinarlos al proyecto que nos hará ricos en tiempo de bienestar real, de disfrute, de alegría, de satisfacción.
Entrena, invierte en ti y en tu equipo, en la familia que disfruta viéndote alcanzar tus metas, en tus amigos, en los espectadores que se divierten cada fin de semana yendo a ver a su equipo. Multiplica los beneficios. Haz lo mismo aprendiendo. Practica. Crea. Ayuda. Disfruta.
Busca aquello que te gusta, el lugar que, sin darte cuenta, te aísla del resto del mundo y del paso del tiempo. Esa es la mejor parte. Porque cuando el esfuerzo se mide en tiempo pero el tiempo no pasa (o vuela), no hay sufrimiento, solo queda la sensación final de satisfacción y disfrute. Busca ese lugar donde el esfuerzo te lleva a fluir.
Vuelca la atención en “tu negocio” y no te aferres a ese mínimo precio, no lo sobrevalores. Es “dinero” que realmente no necesitas. No necesitas 5 minutos más en la cama, ni una hora más tumbado en el sofá. Es una inversión que no solo te puedes permitir, sino que necesitas para hacer de “tu negocio” algo grande. Ya sea la competición, el entrenamiento, la salud, aprender, enseñar, ayudar o cuidar de tu familia, atiende bien tu negocio. Préstale toda tu atención. Solo así sabrás en qué invertir, y al final, ¿habrá merecido la pena? ¿¡Qué pena!?
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