«Porque los límites, como el miedo, a menudo son sólo una ilusión». Entonces, ¿por qué aceptarlos sin más? Y si somos nosotros mismos quienes nos los imponemos, asumiendo unas creencias probablemente infundadas, ¿por qué no rebatirse? ¿Por qué no tomar distancia? Encerrados en nuestra propia visión, tendemos a buscar ejemplos que confirmen cada una de nuestras creencias. El instinto de protección que se dispara cuando nos sentimos acusados, puede ser la chispa que nos lleve a justo lo contrario; a saltar como un resorte para demostrar lo injusta y arbitraria que es esa acusación. Y esa era la propuesta: tomar distancia, acusarse como lo haría un rival malintencionado, y regresar para rebatir con argumentos esas acusaciones.
Y cómo rebatirlas:
1.- Con evidencias: Cuando hemos elaborado una teoría acerca de nosotros mismos o de nuestra competencia, seguir buscando ejemplos que la confirmen, en realidad, no sirve de nada, pues son sólo eso, ejemplos, ocurrencias que no sirven de demostración de nada. Seguir leyendo