Hace unos días alguien ironizaba conmigo acerca de la importancia de solicitar un tiempo muerto a falta de tan solo 3 segundos para el final, en un encuentro con empate en el marcador y con escasas opciones de conseguir el gol de la victoria. Por supuesto, lo hacía después de no haber logrado marcar. En esos momentos me quedé extrañado por el comentario, y no supe qué contestar.
Mirándolo con perspectiva, me alegré por esa extrañeza. Me alegré porque eso quería decir que sigo viendo como algo natural el luchar por lo que uno quiere, hasta el final, independientemente de que las probabilidades de lograrlo puedan ser más bien pocas. Y me alegro de que lo extraño, para mi y para mucha gente como yo, sea justo el no seguir intentándolo hasta el último momento. Seguir leyendo